En medio de la oscuridad, de la violencia, del «barro», surge un regalo que transforma nuestra mirada. Un regalo sencillo pero inmenso, que nos invita a detenernos, a acercarnos con humildad, a descubrir la grandeza que se esconde en lo pequeño.
Dios se hace presente en los detalles más cotidianos: en una palabra de aliento, en una mano tendida, en el tiempo compartido desde el corazón, en una oración que cruza distancias. Este regalo nos recuerda que lo verdaderamente importante, lo necesario, lo profundo para nuestra vida hay que descubrirlo, que emPIEZA hoy y cada día.
Es un detalle de Dios que ilumina nuestra existencia y que nos anima no solo a recibir, sino también a dar. A ser nosotros mismos un regalo para los demás. A ponernos en juego, a aportar nuestra pieza única al gran mosaico de la vida, a llevar luz allí donde parece faltar. Cercanos o lejanos, todos somos parte de este llamado a construir desde el amor y la solidaridad.
Hoy celebramos la grandeza de los pequeños gestos, el valor de lo sencillo y el poder de la esperanza compartida. En esta Navidad, abracemos el detalle, vivamos con gratitud, y llevemos el mensaje de luz a cada rincón.
¡Feliz Navidad a toda nuestra comunidad educativa! Que este tiempo nos inspire a seguir creciendo juntos en espíritu y corazón.

