Día de Ceniza.
Polvo gris, señal en la frente, una cruz… una marca visible que nos queda al acercarnos con el corazón dispuesto a ponerse en camino.
Un camino cotidiano y diferente, marcado – si lo queremos – por la “quema” de lo que ya no tiene vida, para que pueda nacer algo nuevo.
Un camino de 40 días, los de siempre o los que queramos vivir como nuevos, REPARANDO nuestra PIEZA, mirando hacia dentro, volviendo a encajar, descubriendo la novedad que hay dentro y ajustando lo que puede ir cambiando, día a día, para que vaya germinando la semilla nueva de la VIDA. Esa VIDA que nos anuncian cuando nos dicen: “Conviértete y cree en el Evangelio”. Conviértete, transfórmate y cree que la Vida, la de Jesús, tiene la última Palabra.
¡Ánimo! Es un camino de pequeños pasos, de cuidar nuestra PIEZA, de cuidar nuestro interior para transformarnos cada día más al modo de Jesús.
Una Cuaresma en la que seguimos recordando que “el bien que se haya hecho no desaparece”.